El Reverendo

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Reseña sobre la película El Reverendo.

Por nuestro hermano Benjamín García.

El pasado sábado 16 de Noviembre, dentro de la “XVI Mostra de Cinema Espiritual de Catalunya”, en colaboración con el “Forum l’Hospitalet”, asistimos en el “Auditori de La Torrassa” a la proyección de la película “el Reverendo”, del director  Paul Scharer.

El cine fórum fue presentado por Anna Eva Jarabo, profesora de Humanidades por la Universidad Ramón Llull, que dirigió el coloquio posterior.

Al final de la reseña os dejamos dos links por si quereis tener mas informacion relacionada con el tema, esperamos que sea de bendición.

La película muestra como el reverendo Ernest Toller, interpretado brillantemente por Ethan Hawke, es un párroco solitario de la “primera iglesia reformada” de una población del estado de Nueva York. Una pequeña iglesia histórica, que está a punto de celebrar su 250 aniversario, y que se ha convertido en una iglesia turística en la que Toller atiende a una congregación menguante. Apenas una docena de personas se sientan dispersas en sus cultos.

Frente a ella la película nos muestra la mega iglesia cercana, Vida abundante, nacida de la anterior, pero que ahora es la iglesia de referencia de la pequeña  iglesia histórica. Es una iglesia de 5.000 miembros, con un numeroso equipo de personas asalariadas. Presenta un evangelio de prosperidad con grandes instalaciones que incluyen una moderna cafetería y un ministerio de jóvenes con un pastor lleno de tatuajes. Es una iglesia atractiva que no trata temas incómodos, sino que minimiza el coste del discipulado y evita la justicia intrínseca al Evangelio a una congregación que mantienen económicamente hombres de negocios conservadores.

Un día, al final de sus desoladores cultos, Toller es abordado por Mary, interpretada por Amanda Seyfried, una mujer que se ha quedado embarazada y que pide al reverendo que aconseje a su marido, un ecologista radical que se halla en una profunda crisis existencial ante la llegada de su hijo.

En el proceso de acompañamiento y consejería el reverendo Toller, ante las inquietudes que le presenta Michael el esposo de Mary, interpretado por Philip Ettinger, referidas a la evidente destrucción ecológica que sufre nuestro mundo,  ve despertarse todos sus fantasmas y dudas. La muerte del hijo del reverendo en la guerra de Irak, después de que él mismo, siguiendo la tradición familiar le animase a alistarse en el ejército, destrozó su matrimonio.

En paralelo, Toller ve avanzar cada día los síntomas de lo que sabe que es una muy grave enfermedad y va cayendo en un consumo de alcohol cada vez mayor.

Una pregunta se abre paso en la atormentada mente de Toller, y se vuelve una constante en los distintos diálogos que mantiene con varios interlocutores a lo largo de la película. ¿Podrá Dios perdonarnos?

El contraste que la película nos presenta respecto de las dos iglesias es evidente. Mientras Toller se debate entre la desesperanza de un mundo en evidente proceso de autodestrucción ecológica y la certeza de su enfermedad, que trae a su mismos miembros la constatación de su propia destrucción, le lleva a preguntarse desesperadamente, si hay posibilidad de redención para nosotros y para nuestro mundo. ¿Podrá Dios perdonarnos?

Frente a ese dilema espiritual de Toller, el pastor de la Iglesia Vida abundante está preocupado por los escasos avances que se registran en la organización de los eventos de celebración del 250 aniversario de la iglesia de Toller, e interviene para asegurar la viabilidad de los mismos con el patrocinio económico de uno de los miembros de su iglesia, presidente de una gran empresa responsable del deterioro ecológico de la región.

Para señalar el contraste entre las dos iglesias, es elocuente el dialogo entre Mary y el reverendo Toller. Cuando Mary acude al reverendo para que hable con su marido, éste le remite a la iglesia Vida abundante, donde le dice que hay una sólida organización de equipos de consejería y orientación. Mary le contesta que su marido solo hablará con él, porque ve en la otra iglesia Vida Abundante, solo una empresa.

La película nos sitúa delante de una disyuntiva crucial. ¿Qué iglesia ha enviado Dios a este mundo?:

Aquella que consciente de las bendiciones que Dios derrama sobre sus hijos, se acomoda a ellas, alejándose del mundo caído, incomodada por la angustia y desesperación que lo invade.

O la que, consciente de la gracia y el amor de Dios, mira de manera empática a éste mundo perdido, sumido en el miedo y la zozobra y se acerca a él para anunciarle la gracia de Dios, aún a riesgo de verse salpicado por los dilemas y contradicciones existenciales resultantes del pecado.

La Palabra de Dios nos describe la devastación física, ética y moral que el pecado ha traído al corazón de los hombres y mujeres, que se manifiesta desde nuestro nacimiento. Desde que nacemos, empezamos a morir. La enfermedad, el deterioro paulatino pero implacable de nuestros miembros, hace evidente la maldición que ha recaído sobre nosotros. Vemos como el reverendo Toller, tan estricto y disciplinado en todo, no puede reprimir entregarse al alcohol, aún cuando es consciente del avance de su grave enfermedad. Parece que nos cabalgue el jinete de la autodestrucción. ¿Puede pues extrañarnos que toda la creación se halle sumida en ese mismo declive?

La misma Palabra de Dios nos enseña que la creación misma gime con dolores de parto pues, por nuestro pecado,  está sometida a la misma maldición que nosotros y que ella misma ansía a glorificación de los hijos de Dios para ser también redimida.

Pero lo que realmente nos revela la Biblia, es el amor, la misericordia y la gracia de Dios, que lejos de alejarse de una creación y una humanidad caída y rebelde, se ha acercado a ella hasta el punto de hacerse en Cristo uno más de nosotros. Nos dice que Dios mismo en Cristo se ha sumergido en el pozo cenagoso de este mundo. Que ha venido a sufrir y sentir toda nuestra desesperación. Y todo, para recatarnos de la maldición.

Cristo ha llevado nuestra maldición. El justo por los injustos, para que en su muerte nosotros pudiéramos ser librados del juicio y la muerte.

Y todo eso lo hizo, acercándose a la miseria y el dolor del paralítico; tocando al leproso apartado de la sociedad; comprendiendo el dolor de la madre que perdió a su hijo; apreciando el pesar y el remordimiento de un corrupto recaudador de impuestos; buscando que una mujer le explicase la horrible desesperación de no poder curar el constante flujo de sangre; llorando ante la injusticia de la muerte de un amigo del alma; escuchando y prometiendo el paraíso a un bandido en el momento en que su propio dolor y desamparo del Padre eran más agudos; tantos y tantos, entre ellos yo mismo, devorado por años por las dudas y el temor a la muerte. Todos y cada uno de los seres creados le importamos a Dios, a Cristo y a su Espíritu.

Viendo todo esto, ¿Hay alguna duda sobre qué iglesia quiere y espera Dios que seamos?

Cuando en el Sermón del Monte Jesús nos describe la vida de los que le siguen nos dice que la bienaventuranza de su vida está en sentirse pobre de espíritu, en llorar, en tener hambre y sed de justicia, en ser perseguido… Solo desde el contacto con la desesperación de este mundo, es que cobra auténtico sentido la incomprensible, inmerecida y MARAVILLOSA GRACIA DE DIOS.

La película acaba con unas imágenes que nos señalan la distinta efusión con la que se puede vivir esa Gracia de Dios. La frialdad y estatismo de la directora del coro de la Iglesia Vida Abundante mientras canta el himno, o la del reverendo Toller….

Para ampliar la información podeis visitar los siguientes enlaces:

                                            “La atormentada fe de Schrader”

                                            “Una fe en crisis